La Marcha del Pueblo
Nacho Luna
El pasado domingo 27 de noviembre, se llevó a cabo una de las concentraciones masivas más grandes de las que se tenga registro en México, comparada únicamente con la Marcha del Silencio realizada en 2005 en contra del desafuero de Andrés Manuel López Obrador. Ambas con un factor en común, fueron convocadas por AMLO.
Si bien, han existido otras concentraciones multitudinarias en contextos religiosos, deportivos y artísticos, lo cierto es que, en el terreno político, no existe otro actor que tenga la capacidad de convocatoria que ha desplegado desde hace décadas el hoy Presidente de la República, y quizá podría afirmarse que no lo ha existido nunca en México.
La “Marcha del Pueblo”, como se le ha denominado, logró congregar a más de 1.2 millones de mexicanas y mexicanos que se dieron cita desde todos los Estados del país para celebrar 4 años del inicio de la Cuarta Transformación y acompañar, con un verdadero espíritu festivo, al primer mandatario en una caminata desde el Ángel de la Independencia hasta el Zócalo de la Ciudad de México, en donde pronunció su Cuarto Informe de Gobierno.
Durante más de 5 horas, López Obrador caminó atropelladamente sobre las principales avenidas abarrotadas del primer cuadro de la ciudad, abordado intempestivamente por miles de simpatizantes de su movimiento y de su gobierno, quienes lo saludaban, lo abrazaban y se abrían paso entre la multitud para tomarse una foto con él o simplemente para dirigirle unas palabras de agradecimiento. Entre vivas, porras y batucadas, la marcha se convirtió en una verdadera fiesta popular; una celebración a la que la pandemia no había dado lugar, pero que encontró el espacio adecuado y la coyuntura política perfecta. Un acto de rebeldía del bloque social de los oprimidos, que envía un mensaje al mundo entero, pero que también enciende las alarmas de la ultraderecha.
Esta Marcha se da en un contexto de agitación política no solo en el plano nacional sino también en el plano internacional. Apenas hace unas semanas, opositores al Gobierno de Andrés Manuel, convocaron a una protesta en contra de la reforma político – electoral presentada por el Presidente de la República al Poder Legislativo, en la que se contempla reducir el presupuesto público a los partidos políticos y la elección democrática de los Consejeros del INE y los Magistrados del TEPJ. Entre quienes convocaron a esta protesta que logró reunir cerca de 60 mil asistentes, se encuentran además de los dirigentes del PRI, PAN y PRD, empresarios que, al igual que éstos, han visto afectados sus intereses y disminuidos sus privilegios edificados durante décadas de un gobierno hegemónico de derecha.
Como respuesta al avance de la izquierda en México y en Latinoamérica, las expresiones de la ultraderecha se han radicalizado cada vez más, enarbolando discursos de odio y articulando a los partidos políticos y medios de comunicación bajo la dirección de la élite empresarial y política del norte global. En tanto la izquierda avanza, la derecha se radicaliza.
Es justo en este contexto político que “la Marcha del Pueblo” cobra relevancia, pues mientras las élites político – económicas del país se empeñan en recobrar el poder político y amenazan con frenar el avance de la izquierda en el 2024, el pueblo adquiere cada vez más conciencia política; se informa, se organiza y se moviliza bajo la conducción de dirigentes orgánicos locales en cada rincón del país. Y este, probablemente, sea el legado más grande de Andrés Manuel una vez que haya renunciado al ejercicio de la política: la revolución de las conciencias.