Más de 20 millones de mujeres mexicanas atraviesan actualmente el climaterio o la menopausia.
Las enfermedades cardiovasculares, principal causa de muerte en mujeres, se agravan durante y después de esta etapa.
Es fundamental una respuesta coordinada para garantizar atención integral y mejorar su calidad de vida.
Visibilizar la menopausia y el climaterio como etapas naturales en la vida de las mujeres es crucial para avanzar en una agenda de salud pública que rompa el silencio y elimine los tabúes en torno a estos procesos. Reconocer su importancia implica también saldar una deuda histórica con las mujeres por parte del Estado y del sistema de salud.
Así lo expresó la doctora Edith Cervantes Guerrero, ginecoobstetra e integrante del Colegio Mexicano de Ginecología y Obstetricia, quien subrayó que “la menopausia es una fase fisiológica de la vida femenina que no debe ser ignorada ni minimizada”. Añadió que, con el constante incremento de la población femenina mayor de 45 años, es indispensable prestar mayor atención a sus necesidades de salud.
La especialista enfatizó que “esta transición se acompaña de cambios que pueden acelerar el deterioro físico, cognitivo y emocional, impactando negativamente la calidad de vida. Es inadmisible que más de un tercio de la vida de muchas mujeres transcurra sin atención médica integral”.
Para atender esta problemática, señaló, es urgente capacitar tanto a la población como al personal médico de primer contacto y especialistas, con el fin de brindar un acompañamiento adecuado. “Debemos dejar de normalizar el abandono médico y social que muchas mujeres viven al concluir su etapa reproductiva. Se necesita un enfoque multidisciplinario, sin prejuicios, que responda a las necesidades particulares de cada mujer, con el compromiso de médicos familiares, ginecólogos y otros profesionales de la salud”, afirmó.
Actualmente, cerca de 20 millones de mujeres en México están en etapas de climaterio o menopausia. Sin embargo, la atención médica integral para estas fases naturales continúa siendo escasa. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), muchas mujeres desconocen que los síntomas físicos, emocionales o sexuales que experimentan están vinculados a la menopausia, y frecuentemente no cuentan con personal capacitado para orientarlas adecuadamente.
Este vacío de información y atención especializada ha hecho que miles de mujeres enfrenten en silencio condiciones que deterioran su salud y bienestar.
Diversas investigaciones confirman que la transición a la menopausia se asocia con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Un estudio publicado en la revista Circulation, de la American Heart Association, advierte que esta etapa representa un punto crítico en el aumento del riesgo cardiovascular, por lo que es clave implementar estrategias de monitoreo y prevención desde la mediana edad.
En la misma línea, la Sociedad Europea de Cardiología reportó en agosto de 2024 que las mujeres que atraviesan el climaterio presentan alteraciones en sus perfiles lipídicos, lo que agrava su salud cardiovascular.
Dado que las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte entre mujeres en todo el mundo, esta etapa representa una oportunidad estratégica para impulsar políticas de prevención y diagnóstico temprano.
Frente a esta realidad, es imprescindible una colaboración efectiva entre autoridades sanitarias, instituciones académicas, organizaciones de la sociedad civil y el sector privado para diseñar e implementar políticas públicas integrales que garanticen atención adecuada antes, durante y después de la menopausia. La esperanza de vida ha aumentado, y con ello, la etapa postmenopáusica puede llegar a representar hasta un tercio de la vida de una mujer.
La OMS ha advertido que la menopausia es un reto de salud pública global. Las deficiencias en el acceso a información confiable y la falta de capacitación médica contribuyen a que esta etapa siga siendo invisibilizada en espacios clave como la familia, el lugar de trabajo y los centros de salud.
Romper el silencio y garantizar una atención digna, informada y respetuosa no solo es una necesidad urgente, sino una obligación ética y social.