“DEBO, NO NIEGO; PAGO, LO JUSTO”
Teresa Carbajal

Dentro del rubro de los créditos al consumo, la tarjeta de crédito merece nuestra atención, por la gran cantidad de plásticos que en este momento se encuentran circulando en nuestro país, debido a la gran facilidad con la que los bancos las están otorgando, pero sobre todo por el alto costo y riesgos que representan para los usuarios sin que estos siquiera los sospechen.

Con datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) son 32 millones 428 mil 796 tan solo a mayo de este año los plásticos en uso.

Treinta años exactos nos separan de aquellos primeros visos de la crisis que vivimos en el año de 1994, sí, corría el año de 1993, y los bancos ‘regalaban el dinero’; no son pocas las narrativas que escuché al atender las desesperadas quejas por embargos inesperados de los bancos motivados por una tarjeta de crédito que había llegado a casa sin siquiera haberla solicitado.

Premiando el buen desempeño de los clientes pagadores, ampliando sus líneas de crédito u obsequiándoles tarjetas de crédito para disponer de inmediato de dinero en efectivo para lo que se quisiera.

En el 94’ nuestro país vivió una de las peores crisis económicas que se conoció a nivel mundial como el “error de diciembre”, nosotros la recordamos como la “crisis bancaria”, pues después de ostentar una moneda fuerte sobrevino la devaluación del peso, ¿a qué le suena?, fue entonces cuando los acreditados ya no pudieron pagar, pues las deudas se volvieron impagables de la noche a la mañana.

Sucedió entonces que se brindaron soluciones legales a esas deudas, dotando de herramientas jurídicas a los acreedores para poder recuperar el dinero de los ahorradores, que al final de cuentas era el que habían arriesgado por no ser “prudentes” al momento de otorgar los créditos, fiados en las altas tasas que aplicaban, las que finalmente no pudieron recuperar pues provocaron la quiebra de sus clientes.

La similitud con lo que ahora sucede, es la facilidad con la que dichos financiamientos se han otorgado, rayando en la imprudencia dadas las condiciones del país, y las alertas sobre los riesgos de impago o mora, confiados en la apuesta por las altas ganancias que han obtenido a nuestras costillas basados en los aumentos de las tasas de interés.

Pero, ¿cuánto en sí es lo que estás pagando por tu tarjeta?, ¡ah! Ahora es cuando debes revisar tu estado de cuenta, en el observarás que en promedio la tasa de interés ordinaria anual es del 75.5% y la tasa de interés anual ordinaria por disposición de dinero en efectivo en promedio es del 81%, eso sin considerar la tasa anual moratoria, o los cargos por retardos en el pago, ni las comisiones que apliquen a tu contrato.

O sea que, si haces cuentas, tienes una súper deuda. Así que no te fíes con eso del superpeso, que además ya dijo la Secretaria de Hacienda y Crédito Público al presentar de parte de la el informe sobre la Situación Económica de las Finanzas Públicas y la Deuda Pública el pasado 27 de julio, esa fortaleza del peso de la que tanto se presume ya está causando estragos en los ingresos públicos

Van las recomendaciones, usa solo el crédito que te sea necesario y no pierdas las fechas de corte; mantente alerta a lo que estás pagando de intereses, en la medida de lo posible abona más del mínimo y si puedes liquida las tarjetas que no ocupes.

Siempre es bueno contar con una tarjeta de crédito de respaldo, pero hay que saber manejarla para que no sea ella la que nos maneje. Casi que, ni de chiste se te ocurra hacer retiros de efectivo de este medio de financiamiento, y no aceptes aumentos de líneas de crédito, si el banco quiere premiar tu puntualidad como buen pagador que seguro eres, que te lo demuestre con una buena quita en caso de liquidar.

En confianza te digo que hace más de 10 años que no sé de una demanda iniciada para cobrar una tarjeta, pero sí sucedió y con mucha frecuencia. Me tocó desembargar bienes por deudas de tarjetas de crédito. Así que no te fíes que el banco no te va a demandar por la tarjeta, por ahora quizá no suceda, pero no sabemos más adelante, y vale más ser cautos, pues las medidas contra la moratoria siempre son duras y a veces excesivas.

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