A.U.H Sánchez

Resulta cuando menos curioso que, hasta el momento, ninguna de las autoridades principales del Gobierno de Veracruz, ni el gobernador, Cuitláhuac García, ni el secretario de Gobierno, Eric Cisneros, se hayan pronunciado sobre las denuncias realizadas por los estudiantes de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR) con respecto a la inseguridad que se vive en diversas escuelas de la entidad y, sobre todo, en relación a la exigencia de justicia pronta por el crimen de Joel Carrera, estudiante de bachillerato, asesinado hace una semana.

Esto, a pesar de que los estudiantes realizaron protestas en varios municipios de Veracruz y frente al propio Palacio de Gobierno, lugar en el que despachan las máximas autoridades estatales. Y, resulta extraño, además, porque en varios otros casos delicados sobre hechos violentos en la entidad, tanto el gobernador como su segundo al mando, generalmente se han apresurado a dar el parte de las investigaciones judiciales, incluso aunque dicha facultad no les compete, al ser la Fiscalía General del Estado, encargada de las investigaciones, un organismo supuestamente autónomo.

Tanto los constantes robos y actos de vandalismo en la telesecundaria José María Luis Mora como, por supuesto, el asesinato del joven Joel en el puerto de Veracruz, son hechos que han despertado la indignación de amplios sectores en el estado y han trascendido a los medios nacionales, sin embargo, ni siquiera eso ha válido alguna muestra de solidaridad con los estudiantes inconformes, los maestros y los padres de familia víctimas de estas agresiones.

Este silencio no tendría trascendencia, si no estuviéramos ante hechos gravísimos y si con ello no se alentará la sospecha de impunidad sobre ambos sucesos. Durante la semana ocurrieron otras denuncias y hechos violentos, mismos que el gobernador Cuitláhuac García abordó en sus, cada vez más habituales, conferencias de prensa.

Por ejemplo, la mañana del miércoles 18 de enero, un día después de manifestaciones en la Secretaría de Educación de Veracruz, por el clima de inseguridad que se vive en la telesecundaria Luis Mora en Xalapa y también la mañana siguiente al asesinato del joven Joel, el gobernador Cuitláhuac García publicó en sus redes sociales que ese día la Coordinación para la Construcción de la Paz (integrada por representantes de varias instituciones, dependencias y mandos militares) sesionó para atender “temas relacionados con operativos regionales de seguridad y protección ciudadana”; uno de los temas principales de la mesa fue el aviso especial de surada emitido por Protección Civil. Nada sobre los robos ni el asesinato.

Más tarde, en conferencia de prensa, junto al titular del Instituto Veracruzano del Deporte, el secretario de Educación de Veracruz y el secretario de Gobierno, se informó de la realización de una copa de fútbol estatal, sobre la detención del regidor de Sayula, el paro laboral en el ayuntamiento de Minatitlán y otras minucias, pero nada sobre las denuncias ni las movilizaciones de los estudiantes.

El jueves, casi al mismo tiempo en que cientos de jóvenes se manifestaban en varios puntos de la entidad, Cuitláhuac García, posteó en sus redes sociales los temas tratados en la mesa de seguridad, de nuevo omitió referirse a los asuntos de inseguridad en las escuelas.

Fue hasta el día viernes 21 de enero, cuando el titular de la SEV, Zenyazen Escobar, a pregunta expresa de reporteros abordó el asunto del crimen contra el estudiante de bachillerato y dijo que se había solicitado a la Secretaría de Seguridad Pública implementar rondines cerca de las escuelas a la hora de la salida de los estudiantes, una medida correcta, pero a estas alturas insuficiente.

Ha pasado una semana y, hasta el momento, las autoridades estatales han preferido, en su mayoría, ignorar las denuncias estudiantiles sobre el crimen de violencia e inseguridad que viven en el estado y sobre los hechos concretos que han estado denunciando. Algo preocupante, porque con su silencio alimentan la sensación de que no existe atención a sus demandas y también pueden provocar que los delincuentes se sientan cobijados bajo el manto de la impunidad. Mal por ellos, pero ojalá solo sea una cuestión de forma y no oculte intenciones más profundas, tal como diría el clásico: forma es fondo.

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