Por: Ing. Minerva Salcedo Baca
En el capitalismo la fuerza de trabajo es una mercancía y, como cualquier otra, tiene su precio que se llama salario. Cuando el trabajador vende al capitalista su fuerza de trabajo, le otorga el derecho de usarla y consumirla durante la jornada de trabajo. El salario es la expresión monetaria del valor que tiene la fuerza de trabajo, es decir, el valor de los medios de vida necesarios para que el trabajador medio coma, medio se cure y medio se reponga de la jornada y pueda regresar al otro día a trabajar, y así hasta que se agote o muera el obrero.
Cuando la fuerza de trabajo es consumida o usada en el proceso de producción, crea e imprime valor al producto creado (el valor es el desgaste del trabajador, su esfuerzo y energía consumidas). Este valor creado por el trabajador se divide en dos: en salario para el obrero y en plusvalía, valor excedente que se apropian los capitalistas en forma de ganancia y que no pagan al obrero. La tendencia en el sistema capitalista – que tiene por objetivo generar ganancias para que se las apropien los patrones– es a disminuir la primera parte (el salario) con la respectiva extensión o aumento de la segunda (la plusvalía), pensando el tiempo de trabajo como un rectángulo con límites ya definidos, puesto que la ley ya establece jornadas de 8 horas de trabajo.
A los ojos del trabajador pareciera que lo que le pagan por su jornada de trabajo (supongamos 200 pesos diarios en una jornada de 8 horas) es el precio de la jornada total de trabajo; cuando eso que le pagan él lo crea tan solo en 2 horas, y en las otras 6 crea 600 pesos más de valor, que es trabajo que no se le retribuye, y se lo queda el patrón. Por eso es tan importante para la clase trabajadora conocer la esencia del salario, tal como lo expuso Carlos Marx: “La forma del salario borra, por tanto, toda huella de la división de la jornada en trabajo necesario y plustrabajo, en trabajo pagado y trabajo no retribuido. Todo el trabajo se manifiesta, así, como trabajo pagado”.
A diferencia de los sistemas anteriores, esclavista y feudalista, donde claramente se distinguía el trabajo excedente que el esclavo y el siervo proporcionaban a sus explotadores; en el sistema capitalista es lo contrario. El plustrabajo, el trabajo excedente o no retribuido aparece, pero solo “aparece”, como trabajo pagado. En esta sociedad capitalista, la presencia del dinero y el salario encubre el tiempo que el trabajador asalariado trabaja gratis para el patrón.
En su estudio científico Marx sentenció que la historia universal ha necesitado mucho tiempo para descubrir el secreto del salario. Desarrolló las formas que reviste el salario y planteó que el salario no solo existe de forma nominal (la suma de dinero que el obrero percibe por su trabajo diario, semanal, quincenal, etc.); sino que el salario es, a la vez, salario real.
Definió al salario real como el que expresa la cantidad de medios de vida que el obrero puede adquirir, es decir, para lo que le alcanza realmente su salario, y éste se calcula conforme a los precios que tengan los productos que el trabajador consume. Esta forma de salario considera pues a la inflación, al alza desmedida de los precios. La tendencia del salario real es de disminuir, pues cada vez suben más los precios de los alimentos y bienes que consume el obrero, mientras el salario nominal se mantiene o incrementa un poco. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su Informe Mundial sobre Salarios 2022-2023, acaba de informar que en este año los salarios reales se expresan en cifras negativas en muchos países y que los salarios nominales no se ajustaron lo necesario. Para México señala que el salario real fue más bajo en 2022 que en 2008.
En México, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos desde 1963 determina los salarios mínimos legales por año. Pero ni los salarios, ni los pequeños incrementos que a veces se otorgan, se corresponden con el alza de precios de los productos, y además ni siquiera son para todos los trabajadores. En nuestro país hay 57 millones de trabajadores, pero la mayoría está en la actividad informal. En promedio el 60%, o sea, más de 30 millones de trabajadores no perciben salario mínimo. En Oaxaca el 80% está en la informalidad. El salario mínimo autorizado para el 2023 será de 207.4 pesos diarios, en la frontera de 312.41. Aunque el gobierno de la 4T hace mucho alarde que subió 20%, lo real es que desde hace meses solo la canasta básica de alimentos está en alza permanente, que no alcanza para adquirir lo indispensable de la dieta.
El Coneval plantea que en la actualidad se necesitan 2,086 pesos mensuales por persona para cubrir la canasta alimentaria (solo alimentos) en la zona urbana, y 1600 pesos mensuales en la rural. Si en una familia hay 4 miembros, necesitarán 8,344 pesos solo para comer. Con el salario mínimo del próximo año, necesitarán trabajar mínimo 2 miembros de la familia, solo para adquirir los alimentos. Estos aumentos de los salarios nominales son insuficientes y reflejan cómo la capacidad de compra del trabajador cada vez representa un salario real menor.
Marx definió también otra forma del salario: el salario relativo que es el determinado por la relación del precio de la fuerza de trabajo con la plusvalía, es decir, de todo el producto de valor que crea el obrero en la jornada de trabajo, hay que sacar la relación de qué parte se destina para pagar el precio de la mano de obra y qué parte se apropia el patrón en forma de ganancia. En México, este tipo de salario va en marcada tendencia a la baja. Mientras que las empresas más ricas en México (América Móvil, Grupo México, Inbursa, Femsa y Banorte) incrementan cada vez mas sus ganancias, las condiciones de vida de los trabajadores son más o igual de miserables que en los últimos años. Por eso los trabajadores deben tomar conciencia de esto y organizarse para exigir una mayor distribución de la riqueza social creada por ellos. A eso los ha llamado el Movimiento Antorchista Nacional desde hace 48 años.