Andi Uriel Hernández Sánchez

Este 14 de octubre se cumplieron 60 años del inicio de la llamada “Crisis de los misiles”, ocurrida entre el 14 y 28 de octubre de 1962. El momento en que más cerca ha estado la humanidad de su extinción definitiva. Los misiles nucleares de la URSS habrían podido golpear territorio de Estados Unidos desde Cuba, mientras los misiles de Estados Unidos colocados en Turquía pudieron hacer lo mismo en territorio soviético.

Aquel fue el incidente de mayor tensión en la llamada Guerra Fría, la confrontación desatada por Estados Unidos y las potencias capitalistas contra la Unión Soviética, con intención de desaparecer al modelo socialista, más favorable a los trabajadores. Solo las protestas de millones de personas a lo largo del planeta pudieron evitar que se desatara la hecatombe nuclear hace 60 años.

Aquella fecha que ahora nos parece muy lejana, no debe ser olvidada por ningún ser humano y menos en estos momentos en que las tensiones bélicas entre Estados Unidos y la OTAN frente a Rusia y China, están alcanzando niveles inusitados y cada vez es más común escuchar en el discurso de los dirigentes de ambos bandos amenazas de utilizar armas nucleares de no quedarles otro camino en la solución del conflicto.

Ciertamente no es el mismo nivel de responsabilidad para ambas partes, la amenaza de una conflagración nuclear, ha venido incrementándose debido a la política militarista de la oligarquía norteamericana que defiende el modelo de “mundo unipolar”, es decir, el control total de los recursos naturales y humanos del planeta por una sola potencia económica frente al modelo de “mundo multipolar” promovido por Rusia y China y que representan una amenaza a sus proyectos de dominación mundial.

Debido a esto, Estados Unidos impulsó por más de 20 años la expansión de bases militares de la OTAN hasta las fronteras de Rusia. La acción expansionista más peligrosa inició en 2014 con el golpe de Estado en Ucrania, para imponer un gobierno títere que permitiera la instalación de armamento nuclear a solo 5 minutos de Moscú, la capital rusa. Una clara amenaza de guerra, pues no existía ningún solo indicio de que Rusia representara un peligro para Europa ni para el mundo.

La operación militar especial en Ucrania pudo evitarse por la vía diplomática. El presidente ruso, Vladimir Putin, pidió muchas veces frenar la expansión de la OTAN hacia sus fronteras y detener el envío de armas estadounidenses y británicas a territorio ucraniano, y fue ignorado.

Ahora entramos en una nueva fase de la guerra, mucho más peligrosa que antes, con la incorporación de 4 territorios ucranianos a la Federación Rusa: las provincias de Donetsk y Lugansk y las regiones de Jersón y Zaporozhie, tras sendos referéndums en el que más del 87% de la población de esos territorios votó a favor de la adhesión.

Las consultas ciudadanas se realizaron apegadas al artículo 1º de la Carta de Naciones Unidas, que reconoce el derecho de los pueblos a la autodeterminación. Además, la incorporación de los 4 territorios ya ha sido ratificada por los mecanismos constitucionales de Rusia, por lo que es un acto legal desde el punto de vista del Derecho Internacional.

Instantáneamente, desde Occidente arreciaron las amenazas de desatar una devastadora guerra nuclear contra Rusia. Así lo dejó ver el propio presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el pasado 7 de octubre, al jurar que haría pagar al presidente Putin y reconocer que: «No nos hemos enfrentado a la perspectiva de un armagedón nuclear desde la época del expresidente John F. Kennedy y la crisis de los misiles en Cuba».

Un día antes, el 6 de octubre, el presidente ucraniano Volodomír Zelenski, sugirió abiertamente que la OTAN debería lanzar ataques «preventivos» contra Rusia e…

About Author

Por admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *